Llueve tras los cristales de esta casa...
letanía de gotas y la ausencia
borran cualquier designio de tu esencia...
cualquier segundo torpe que no pasa.
Llueve, y es una lluvia que traspasa
mi tibio corazón y su paciencia,
golpe a golpe la música silencia
y el reloj de pared que se retrasa.
Llueve, y no hay consuelo para el cielo,
ni para el alma mía que lamenta
el haberte encontrado en mi camino.
Pero ahora me marcho en la tormenta
con la lluvia en los ojos y en el pelo,
buscando para siempre otro destino.
Issire(Diana Rodrigo)
miércoles, mayo 24, 2006
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