viernes, mayo 19, 2006

Mirando aquel almendro deshojado

Mirando aquel almendro despojado
de flores, como un viejo sin camisa,
me vino al corazón una sonrisa,
y al labio me acudió un suspiro ahogado.

Mirando aquel almendro deshojado,
dejado de la mano de Artemisa,
sentí de una ilusión la punta incisa,
pasándome con ímpetu el costado.

Así pensé, si el tronco retorcido,
vencido y ceniciento, alberga vida,
si puede florecer un esqueleto,

tal vez, pueda mi espíritu abatido,
dejar que cicatrice al fin la herida,
logrando que te olvide por completo.

Diego Jerez

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