La soledad, a veces, no es tan mala.
Hay días en que la necesitamos.
Son esos días en los que notamos
herido el corazón, tocado de ala.
Y ese dulce escozor de que hace gala
que nos ahoga si lo respiramos
es el bálsamo que necesitamos.
La soledad a todos nos iguala.
Amo la soledad y cada día
vive conmigo, me hace compañía
aunque, a veces, se muestra respondona.
La soledad no es siempre un trago amargo.
En ocasiones, hasta se hace cargo
de nuestra soledad. Y nos perdona.
Raimundo Escribano
jueves, junio 29, 2006
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario