Quedamos en que tú me llamarías
o ¿fui yo quien quedó en llamarte luego?
¿Quién de los dos abrió este extraño juego
que nos roba las horas y los días?
"Llámame cuando quieras" -me decías-
y tu voz, devolviéndome el sosiego
despertaba, también, al amor ciego
que acaso sin saberlo, me tenías.
Pero una y mil veces te he llamado:
Al móvil, a tu casa... hasta he pensado
llamarte al corazón directamente...
No sé nada de ti. Llamé y no estabas;
o tal vez era que comunicabas
y no escuchaste mi llamada urgente.
Raimundo Escribano
jueves, junio 29, 2006
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