miércoles, mayo 17, 2006

Definiendo el amor

Es hielo abrasador, es fuego helado;
es herida que duele y no se siente,
es un soñado bien,un mal presente,
es un breve descanso muy cansado.

Es un descuido que nos da cuidado,
un cobarde con nombre de valiente,
un andar solitario entre la gente,
un amar solamente ser amado.

Es una libertad encarcelada,
que dura hasta el postrero parasismo,
enfermedad que crece si es curada.

Éste es el niño Amor, éste es tu abismo;
mirad cuál amistad tendrá con nada
el que en todo es contrario de sí mismo.

Francisco de Quevedo

A Cristo crucificado

No me mueve, mi Dios, para quererte
el cielo que me tienes prometido;
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.

Tú me mueves, Señor; muéveme el verte
clavado en una cruz y escarnecido;
muéveme ver tu cuerpo tan herido;
muévenme tus afrentas y tu muerte.

Muéveme, en fin, tu amor, y en tal manera,
que aunque no hubiera cielo, yo te amra,
y aunque no hubiera infierno, te temiera.

No tienes que me dar porque te quiera;
pues aunque cuanto espero no esparara,
lo mismo que te quiero te quisiera.

Anónimo

La noche soleada

La noche se deshace en realidad
dejando una preciosa melodía,
que va cayendo al alma día a día
desde la más oscura soledad.

La noche va tejiendo en la ciudad
sucesos que nos hacen compañía,
ocultos en la cruel melancolía,
cercanos a la plena honestidad.

Sucesos de silencio, aire, arena…
desembocan en otra madrugada
con el dolor hiriente de la pena.

Y tras dejar atrás a la alborada,
y abrirse en el espacio nueva escena
queda una hermosa tarde soleada.


Pandora (Issire & Arriaz!)

Vida

Despues de todo, todo ha sido nada,
a pesar de que un día lo fue todo.
Después de nada, o después de todo
supe que todo no era más que nada.

Grito "¡Todo!", y el eco dice "¡Nada!"
Grito "¡Nada!", y el eco dice "¡Todo!"
Ahora sé que la nada lo era todo
y todo era ceniza de la nada.

No queda nada de lo que fue nada.
(Era ilusión lo que creía todo
y, que en definitiva, era la nada).

Qué más da que la nada fuera nada
si más nada será, después de todo,
después de tanto todo para nada.

José Hierro

Soneto al soneto

Para hacer un soneto me someto
al yugo de sus leyes terminantes
y con catorce lazos rutilantes
catorce veces la expresión sujeto.

Ya cincelado su primer cuarteto
engarzo cuatro afines consonantes
en los endecasílabos brillantes
de otra estancia y emboco en un terceto.

Ya entré.¡Avante! Lo grave es la salida.
Una frase lacónica es preciso
que al terceto final vaya prendida.

Salvaré, como pueda, el compromiso.
Verbigracia: el soneto es la bruñida
piedra de toque del decir conciso.

Félix Gávito Pedregal.

14 versos: un soneto

Queda este soneto como introducción:

Un soneto me manda hacer Violante
que en mi vida me he visto en tanto aprieto;
catorce versos dicen que es soneto;
burla burlando van los tres delante.

Yo pensé que no hallara consonante,
y estoy a la mitad de otro cuarteto;
mas si me veo en el primer terceto,
no hay cosa en los cuartetos que me espante.

Por el primer terceto voy entrando,
y parece que entré con pie derecho,
pues fin con este verso le voy dando.

Ya estoy en el segundo, y aun sospecho
que voy los trece versos acabando;
contad si son catorce, y está hecho.


Lope Félix de Vega y Carpio