miércoles, mayo 24, 2006

Qué lejos queda el mar

Qué lejos queda el mar cuando se busca
la fresca espuma blanca de sus olas,
la sal, y sus constantes caracolas,
la viva claridad de su agua brusca.

Qué lejos su canción de lengua etrusca,
saltando entre las tímidas corolas
del mar sobre la orilla, y las cabriolas
de un sol que en su esplendor la plata ofusca.

Qué cerca están las aguas tenebrosas,
y el gélido suspiro de la luna
que en medio de la noche me señala.

Deambulo entre sus vísperas rocosas
y no suena del mar canción alguna.
La muerte está esperándome en la cala.

Diego Jerez

Llueve...

Llueve tras los cristales de esta casa...
letanía de gotas y la ausencia
borran cualquier designio de tu esencia...
cualquier segundo torpe que no pasa.

Llueve, y es una lluvia que traspasa
mi tibio corazón y su paciencia,
golpe a golpe la música silencia
y el reloj de pared que se retrasa.

Llueve, y no hay consuelo para el cielo,
ni para el alma mía que lamenta
el haberte encontrado en mi camino.

Pero ahora me marcho en la tormenta
con la lluvia en los ojos y en el pelo,
buscando para siempre otro destino.

Issire(Diana Rodrigo)

¿Empeñé tu memoria?

¿Empeñé tu memoria? ¡Cuántas vecesI
La vida baja como un ancho río,
y cuando lleva al mar alto navío
va con cieno verdoso y turbias heces.

Y más si hubo tormenta en sus orillas,
y él arrastra el botín de la tormenta,
si en su cielo la nube cenicienta
se incendió de centellas amarillas.

Pero aunque fluya hacia la mar ignota,
es la vida también agua de fuente
que de claro venero, gota a gota,

o ruidoso penacho de torrente,
bajo el azul, sobre la piedra brota.
y allí suena tu nombre ¡eternamente!

Antonio Machado

Al gran cero (del apócrifo Abel Martín)

Cuando el Ser que se es hizo la nada
y reposó, que bien lo merecía,
ya tuvo el día noche, y compañía
tuvo el hombre en la ausencia de la amada.

Fiat umbral Brotó el pensar humano.
y el huevo universal alzó, vacío,
ya sin color, desubstanciado y frío,
lleno de niebla ingrávida, en su mano.

Toma el cero integral, la hueca esfera,
que has de mirar, si lo has de ver, erguido.
Hoy que es espalda el lomo de tu fiera,

y es el milagro del no ser cumplido,
brinda, poeta, un canto de frontera
a la muerte, al silencio y al olvido.

Antonio Machado

Rosa de fuego

Tejidos sois de primavera, amantes,
de tierra y agua y viento y sol tejidos.
La sierra en vuestros pechos jadeantes,
en los ojos los campos florecidos,

pasead vuestra mutua primavera,
y aun bebed sin temor la dulce leche
que os brinda hoy la lúbrica pantera,
antes que, torva, en el camino aceche.

Caminad, cuando el eje del planeta
se vence hacia el solsticio del verano,
verde el almendro y mustia la violeta,

cerca la sed y el hontanar cercano,
hacia la tarde del amor, completa,
con la rosa de fuego en vuestra mano.

Antonio Machado

Soneto II (A Giomar)

De mar a mar entre los dos la guerra,
más honda que la mar. En mi parterre,
miro a la mar que el horizonte cierra.
Tú, asomada, Guiomar, a un finisterre,

miras hacia otro mar, la mar de España
que Camoens oantara, tenebrosa.
Acaso a ti mi ausencia te acompaña.
A mí me duele tu recuerdo, diosa.

La guerra dio al amor el tajo fuerte.
y es la total angustia de la muerte,
con la sombra iracunda de tu llama

y la soñada miel de amor tardío,
y la flor imposible de la rama
que ha sentido del hacha el corte frío.

Antonio Machado

Huye del triste amor, amor pacato...

Huye del triste amor, amor pacato,
sin peligro, sin venda ni aventura,
que espera del amor prenda segura,
porque en amor locura es lo sensato.

Ese que el pecho esquiva al niño ciego
y blasfemó del fuego de la vida,
de una brasa pensada, y no encendida,
quiere ceniza que le guarde el fuego.

Y ceniza hallará, no de su llama,
cuando descubra el torpe desvarío
que pedía, sin flor, fruto en la rama.

Con negra llave el aposento frío
de su tiempo abrirá. ¡Despierta cama,
y turbio espejo y corazón vacío!

Antonio Machado

Por qué, decisme, hacia los altos llanos...

¿Por qué, decisme, hacia los altos llanos,
huye mi corazón de esta ribera,
y en tierra labradora y marinera
suspiro por los yermos castellanos?

Nadie elige su amor. Llevome un día
mi destino a los grises calvijares
donde ahuyenta al caer la nieve fría
las sombras de los muertos encinares.

De aquel trozo de España, alto y roquero,
hoy traigo a ti, Guadalquivir florido,
una mata del áspero romero.

Mi corazón está donde ha nacido,
no a la vida, al amor, cerca del duero...
¡El muro blanco y el ciprés erguido!

Antonio Machado

Yo os prometí mi libertad querida...

Yo os prometí mi libertad querida,
no cautivaros más, ni daros pena;
pero promesa en potestad ajena,
¿cómo puede obligar a ser cumplida?

Quien promete no amar toda la vida
Y en la ocasión la voluntad enfrena,
saque el agua del mar, sume su arena,
los vientos pare, lo infinito mida.

Hasta ahora con noble resistencia
las plumas corto a leves pensamientos
por más que la ocasión su vuelo ampare.

Pupila soy de amor; sin su licencia
no pueden obligarme juramentos.
Perdonad, voluntad, si los quebrare.

Tirso de Molina

Con el dolor de la mortal herida...

Con el dolor de la mortal herida,
de un agravio de amor me lamentaba,
y por ver si la muerte se llegaba
procuraba que fuese más crecida.

Toda en el mal el alma divertida,
pena por pena su dolor sumaba,
y en cada circunstancia ponderaba
que sobraban mil muertes a una vida.

Y cuando, al golpe de uno y otro tiro
rendido el corazón, daba penoso
señas de dar el último suspiro,

No sé con qué destino prodigioso
volví a mi acuerdo y dije: qué me admiro?
Quién en amor ha sido más dichoso?

Sor Juana Inés de la Cruz

Que no me quiera Fabio al verse amado...

Que no me quiera Fabio al verse amado
es dolor sin igual, en mi sentido;
mas que me quiera Silvio aborrecido
es menor mal, mas no menor enfado.

¿Qué sufrimiento no estará cansado,
si siempre le resuenan al oído,
tras la vana arrogancia de un querido,
el cansado gemir de un desdeñado?

Si de Silvio me cansa el rendimiento,
a Fabio canso con estar rendida:
si de éste busco el agradecimiento,

a mí me busca el otro agradecida:
por activa y pasiva es mi tormento,
pues padezco en querer y ser querida.

Sor Juana Inés de la Cruz

Feliciano me adora y le aborrezco...

Feliciano me adora y le aborrezco;
Lisardo me aborrece y yo le adoro;
por quien no me apetece ingrato, lloro,
y al que me llora tierno, no apetezco:

a quien más me desdora, el alma ofrezco;
a quien me ofrece víctimas, desdoro;
desprecio al que enriquece mi decoro
y al que le hace desprecios enriquezco;

si con mi ofensa al uno reconvengo,
me reconviene el otro a mí ofendido
y al padecer de todos modos vengo;

pues ambos atormentan mi sentido;
aquéste con pedir lo que no tengo
y aquél con no tener lo que le pido.

Sor Juana Inés de la Cruz

Al que ingrato me deja, busco amante...

Al que ingrato me deja, busco amante;
al que amante me sigue, dejo ingrata;
constante adoro a quien mi amor maltrata;
maltrato a quien mi amor busca constante.

Al que trato de amor, hallo diamante,
y soy diamante al que de amor me trata;
triunfante quiero ver al que me mata,
y mato al que me quiere ver triunfante.

Si a éste pago, padece mi deseo;
si ruego a aquél, mi pundonor enojo:
de entrambos modos infeliz me veo.

Pero yo, por mejor partido, escojo
de quien no quiero, ser violento empleo,
que, de quien no me quiere, vil despojo.

Sor Juana Inés de la Cruz.

Esta tarde, mi bien, cuando te hablaba...

Esta tarde, mi bien, cuando te hablaba,
como en tu rostro y en tus acciones vía
que con palabras no te persuadía,
que el corazón me vieses deseaba.

Y Amor, que mis intentos ayudaba,
venció lo que imposible parecía,
pues entre el llanto que el dolor vertía,
el corazón deshecho destilaba.

Baste ya de rigores, mi bien, baste,
no te atormenten más celos tiranos,
ni el vil recelo tu quietud contraste

con sombras necias, con indicios vanos:
pues ya en líquido humor viste y tocaste
mi corazón deshecho entre tus manos.

Sor Juana Inés de la Cruz