viernes, mayo 19, 2006

Con el alma desnuda

Sobre el arco de espuma de la cala,
sostenida del cielo una gaviota,
contempla la hermosura de esa gota
que el pecho con dulzura te resbala.

Y lleva agua tu piel por toda gala,
de sal, como un licor de luna rota
que apura, entre frenética y devota,
mi boca que te prueba y que te exhala.

Así, de arena y sal, de carne y boca,
de piernas enlazadas en la espuma,
la piel desnuda al alma, hasta la toca,

haciendo apostasía de la suma.
Y ruge el corazón que desemboca
al vértice de amor que en ti se inhuma.

Diego Jerez

Mirando aquel almendro deshojado

Mirando aquel almendro despojado
de flores, como un viejo sin camisa,
me vino al corazón una sonrisa,
y al labio me acudió un suspiro ahogado.

Mirando aquel almendro deshojado,
dejado de la mano de Artemisa,
sentí de una ilusión la punta incisa,
pasándome con ímpetu el costado.

Así pensé, si el tronco retorcido,
vencido y ceniciento, alberga vida,
si puede florecer un esqueleto,

tal vez, pueda mi espíritu abatido,
dejar que cicatrice al fin la herida,
logrando que te olvide por completo.

Diego Jerez

Cuando amaba

Cuando amaba, en la noche el jazminero
silencioso de algún jardín vecino,
a lomos del levante cristalino,
volaba hasta tus párpados ligero.

Cuando amaba, un susurro pasajero
de azahares besaba en remolino
las ondas de tu acento femenino,
retándome a besarlas yo primero.

Ahora gritan, desnudos de jazmines,
jazmineros marchitos como rocas.
Se han tornado en cigarras los violines...

Y no tiembla mi piel cuando la tocas
buscándome con ansia en los jardines.
Nos sobran ya las manos y las bocas.

Diego Jerez

Tu nombre es el prefijo de la ausencia

Tu nombre es el prefijo de la ausencia,
dos sílabas hermosas y dolientes,
forjadas por los hados inclementes,
que hicieron de tu nombre una advertencia.

Así desde tu cuna la sentencia,
como un rumor de trágicas simientes,
se alzaba a contemplar las diferentes
caricias de mi amor de adolescencia.

La noche se me adentra como un clavo
herrumbroso de amargas soledades,
pensando en como el tiempo te desgrana.

Y yo que en ti empecé sin ti me acabo
perdido en el dolor de mis verdades:
Vivir sin ti es morir cada mañana.

Diego Jerez

El silencio

Si en la noche callase el agua brava
la furia que derrama su oleaje,
o el trueno silenciase su lenguaje
de hierros que las orbitas socava.

Si el eco de la herrumbre de la aldaba
quedase prisionero de su herraje,
¿Qué fuera sino un pálido homenaje
del fúnebre silencio que me grava?

No alcanza el corazón a alzar mi lengua,
profunda y temerosa en tu presencia.
Del hueco de mi voz no brota nada.

Si el ánimo florece, el verbo mengua,
ahogándome en su afónica estridencia.
¡Hablar quisiera, Dios, con la mirada!

Diego Jerez

El paso herido

Las tardes se dilatan en mis ojos
como un tropel de fúnebres albores,
y riegan mis pupilas los sudores
de sal del alma triste y sus despojos.

Y voy juntando penas a manojos,
atento siempre y justo a mis labores,
aprendo a persistir en mis errores,
burlado por la vida y sus antojos.

Así mi paso busca en el camino
la piedra más aguda y descarnada
al pie que es pretendido por la arista .

Y nunca elude heridas mi destino,
que a fuerza de sangrar tengo manchada
la senda siempre en púrpura amatista.

Diego Jerez

Dolor común

Cállate, corazón, son tus pesares
de los que no deben decirse, deja
se pudran en tu seno; si te aqueja
un dolor de tí solo no acíbares

a los demás de sus hogares
con importuno grito. Esa tu queja,
siendo egoista como es, refleja
tu vanidad, no más. Nunca separes

tu dolor del común dolor humano
busca el íntimo aquel en que radica
la hermandad que te liga con tu hermano,

el que agranda la mente y no la achica;
solitario y carnal es siempre vano;
sólo el dolor común nos santifica.

Miguel de Unamuno

Indolencia

A pesar de mí misma te amo; eres tan vano
como hermoso, y me dice, vigilante, el orgullo:
" ¿Para esto elegías? Gusto bajo es el tuyo;
no te vendas a nada, ni a un perfil de romano".

Y me dicta el deseo, tenebroso y pagano,
de abrirte un ancho tajo por donde tu murmullo
vital fuera colado... Sólo muerto mi arrullo
más dulce te envolviera, buscando boca y mano.

¿Salomé revivida? Son más pobres mis gestos.
Ya para cosas trágicas malos tiempos son éstos.
Yo soy la que incompleta vive siempre su vida.

Pues no pierde su línea por una fiesta griega
y al acaso indeciso, ondulante, se pliega
con los ojos lejanos y el alma distraída.

Alfonsina Storni

LXVI

No te quiero sino porque te quiero
y de quererte a no quererte llego
y de esperarte cuando no te espero
pasa mi corazón del frío al fuego.

Te quiero sólo porque a tí te quiero,
te odio sin fin, y odiándote te ruego,
y la medida de mi amor viajero
es no verte y amarte como un ciego.

Tal vez consumirá la luz de enero,
su rayo cruel, mi corazón entero,
robándome la llave del sosiego.

En esta historia sólo yo me muero
y moriré de amor porque te quiero,
porque te quiero, amor, a sangre y fuego.

Pablo Neruda