miércoles, mayo 31, 2006

Mi corazón no sabe lo que espera

Mi corazón no sabe lo que espera,
pero yo sé que espera todavía...
igual que aquella noche que llovía
y te besé bajo la enredadera.

Tu amor se fue como si no se fuera...
pues algo tuyo vuelve cada día...
y me dejaste la melancolía
de doblar el pañuelo a tu manera.

Esta noche de viento y lluvia fría
quiero pensar que si tu amor volviera...
al dejar de llover, ya no se iría.

Y estoy aquí, bajo la enredadera...
y como aquella noche en que llovía
mi corazón no sabe lo que espera.

José Angel Buesa

Vámonos Corazón

Vámonos, corazón, hemos perdido,
ya nunca espigarán tus ilusiones.
Recoge tu esperanza y tus canciones
y partamos en busca del olvido.

Vámonos, corazón, ya tu latido
sólo podrá contar renunciaciones.
Guarda su nombre con tus oraciones
y si debes sangrar, sangra escondido.

Vámonos, corazón, tu fe no existe.
Al fin y al cabo tu naciste triste
y triste en cualquier puerto morirás.

Vámonos, corazón, ya no la esperes.
Bendice su recuerdo si así quieres,
pero marchemos sin mirar atrás.

Jorge Robledo Ortiz

domingo, mayo 28, 2006

Tú puedes

Aunque una y otra vez hayas errado,
también erraron cuantos han vencido;
cuanto más duro el golpe recibido
más honda la lección que habrá dejado.

Tú puedes rescatar, tu sueño hundido
como al bello tesoro más preciado,
así como del barro y sepultado
vuelve el loto a elevarse florecido.

Si el rumbo que una vez has elegido
palpita como un fuego esperanzado,
no dejes que se apague en el olvido.

Luchar, ya es medio triunfo conquistado,
que no importan las veces que has caído,
si después de caer te has levantado.

E.J.Malinowski

Ahora

Ahora es el momento de hacer lo que más quieres.
No esperes al lunes, ni esperes a mañana.
Que no aumente en ti la caravana
de sueños pisoteados. Ya no esperes.

No reprimas por miedo o cobardía.
No postergues la vida con más murte,
y no esperes nada más de la suerte
que no hay más que tu tesón y tu energía.

Si tu sueño es hermoso dale forma
como esculpe el arroyo la ribera;
como el viento que vive y se transforma.

Y para que todo resulte a tu manera,
redacta para ti mismo tu norma
y convierte tu otoño en primavera.

E.J.Malinowski

viernes, mayo 26, 2006

Hombre

Luchando, cuerpo a cuerpo, con la muerte,
al borde del abismo, estoy clamando
a Dios. Y su silencio, retumbando,
ahoga mi voz en el vacío inerte.

Oh Dios. Si he de morir, quiero tenerte
despierto. Y, noche a noche, no sé cuándo
oirás mi voz. Oh Dios. Estoy hablando
solo. Arañando sombras para verte.

Alzo la mano, y tú me la cercenas.
Abro los ojos: me los sajas vivos.
Sed tengo, y sal se vuelven tus arenas.

Esto es ser hombre: horror a manos llenas.
Ser —y no ser— eternos, fugitivos.
¡Ángel con grandes alas de cadenas!

Blas de Otero

Umbrío por la pena

Umbrío por la pena, casi bruno,
porque la pena tizna cuando estalla,
donde yo no me hallo no se halla
hombre más apenado que ninguno.

Sobre la pena duermo solo y uno,
pena es mi paz y pena mi batalla,
perro que ni me deja ni se calla,
siempre a su dueño fiel, pero importuno.

Cardos y penas llevo por corona,
cardos y penas siembran sus leopardos
y no me dejan bueno hueso alguno.

No podrá con la pena mi persona
rodeada de penas y cardos:
¡cuánto penar para morirse uno!

Miguel Hernández

miércoles, mayo 24, 2006

Qué lejos queda el mar

Qué lejos queda el mar cuando se busca
la fresca espuma blanca de sus olas,
la sal, y sus constantes caracolas,
la viva claridad de su agua brusca.

Qué lejos su canción de lengua etrusca,
saltando entre las tímidas corolas
del mar sobre la orilla, y las cabriolas
de un sol que en su esplendor la plata ofusca.

Qué cerca están las aguas tenebrosas,
y el gélido suspiro de la luna
que en medio de la noche me señala.

Deambulo entre sus vísperas rocosas
y no suena del mar canción alguna.
La muerte está esperándome en la cala.

Diego Jerez

Llueve...

Llueve tras los cristales de esta casa...
letanía de gotas y la ausencia
borran cualquier designio de tu esencia...
cualquier segundo torpe que no pasa.

Llueve, y es una lluvia que traspasa
mi tibio corazón y su paciencia,
golpe a golpe la música silencia
y el reloj de pared que se retrasa.

Llueve, y no hay consuelo para el cielo,
ni para el alma mía que lamenta
el haberte encontrado en mi camino.

Pero ahora me marcho en la tormenta
con la lluvia en los ojos y en el pelo,
buscando para siempre otro destino.

Issire(Diana Rodrigo)

¿Empeñé tu memoria?

¿Empeñé tu memoria? ¡Cuántas vecesI
La vida baja como un ancho río,
y cuando lleva al mar alto navío
va con cieno verdoso y turbias heces.

Y más si hubo tormenta en sus orillas,
y él arrastra el botín de la tormenta,
si en su cielo la nube cenicienta
se incendió de centellas amarillas.

Pero aunque fluya hacia la mar ignota,
es la vida también agua de fuente
que de claro venero, gota a gota,

o ruidoso penacho de torrente,
bajo el azul, sobre la piedra brota.
y allí suena tu nombre ¡eternamente!

Antonio Machado

Al gran cero (del apócrifo Abel Martín)

Cuando el Ser que se es hizo la nada
y reposó, que bien lo merecía,
ya tuvo el día noche, y compañía
tuvo el hombre en la ausencia de la amada.

Fiat umbral Brotó el pensar humano.
y el huevo universal alzó, vacío,
ya sin color, desubstanciado y frío,
lleno de niebla ingrávida, en su mano.

Toma el cero integral, la hueca esfera,
que has de mirar, si lo has de ver, erguido.
Hoy que es espalda el lomo de tu fiera,

y es el milagro del no ser cumplido,
brinda, poeta, un canto de frontera
a la muerte, al silencio y al olvido.

Antonio Machado

Rosa de fuego

Tejidos sois de primavera, amantes,
de tierra y agua y viento y sol tejidos.
La sierra en vuestros pechos jadeantes,
en los ojos los campos florecidos,

pasead vuestra mutua primavera,
y aun bebed sin temor la dulce leche
que os brinda hoy la lúbrica pantera,
antes que, torva, en el camino aceche.

Caminad, cuando el eje del planeta
se vence hacia el solsticio del verano,
verde el almendro y mustia la violeta,

cerca la sed y el hontanar cercano,
hacia la tarde del amor, completa,
con la rosa de fuego en vuestra mano.

Antonio Machado

Soneto II (A Giomar)

De mar a mar entre los dos la guerra,
más honda que la mar. En mi parterre,
miro a la mar que el horizonte cierra.
Tú, asomada, Guiomar, a un finisterre,

miras hacia otro mar, la mar de España
que Camoens oantara, tenebrosa.
Acaso a ti mi ausencia te acompaña.
A mí me duele tu recuerdo, diosa.

La guerra dio al amor el tajo fuerte.
y es la total angustia de la muerte,
con la sombra iracunda de tu llama

y la soñada miel de amor tardío,
y la flor imposible de la rama
que ha sentido del hacha el corte frío.

Antonio Machado

Huye del triste amor, amor pacato...

Huye del triste amor, amor pacato,
sin peligro, sin venda ni aventura,
que espera del amor prenda segura,
porque en amor locura es lo sensato.

Ese que el pecho esquiva al niño ciego
y blasfemó del fuego de la vida,
de una brasa pensada, y no encendida,
quiere ceniza que le guarde el fuego.

Y ceniza hallará, no de su llama,
cuando descubra el torpe desvarío
que pedía, sin flor, fruto en la rama.

Con negra llave el aposento frío
de su tiempo abrirá. ¡Despierta cama,
y turbio espejo y corazón vacío!

Antonio Machado

Por qué, decisme, hacia los altos llanos...

¿Por qué, decisme, hacia los altos llanos,
huye mi corazón de esta ribera,
y en tierra labradora y marinera
suspiro por los yermos castellanos?

Nadie elige su amor. Llevome un día
mi destino a los grises calvijares
donde ahuyenta al caer la nieve fría
las sombras de los muertos encinares.

De aquel trozo de España, alto y roquero,
hoy traigo a ti, Guadalquivir florido,
una mata del áspero romero.

Mi corazón está donde ha nacido,
no a la vida, al amor, cerca del duero...
¡El muro blanco y el ciprés erguido!

Antonio Machado

Yo os prometí mi libertad querida...

Yo os prometí mi libertad querida,
no cautivaros más, ni daros pena;
pero promesa en potestad ajena,
¿cómo puede obligar a ser cumplida?

Quien promete no amar toda la vida
Y en la ocasión la voluntad enfrena,
saque el agua del mar, sume su arena,
los vientos pare, lo infinito mida.

Hasta ahora con noble resistencia
las plumas corto a leves pensamientos
por más que la ocasión su vuelo ampare.

Pupila soy de amor; sin su licencia
no pueden obligarme juramentos.
Perdonad, voluntad, si los quebrare.

Tirso de Molina

Con el dolor de la mortal herida...

Con el dolor de la mortal herida,
de un agravio de amor me lamentaba,
y por ver si la muerte se llegaba
procuraba que fuese más crecida.

Toda en el mal el alma divertida,
pena por pena su dolor sumaba,
y en cada circunstancia ponderaba
que sobraban mil muertes a una vida.

Y cuando, al golpe de uno y otro tiro
rendido el corazón, daba penoso
señas de dar el último suspiro,

No sé con qué destino prodigioso
volví a mi acuerdo y dije: qué me admiro?
Quién en amor ha sido más dichoso?

Sor Juana Inés de la Cruz

Que no me quiera Fabio al verse amado...

Que no me quiera Fabio al verse amado
es dolor sin igual, en mi sentido;
mas que me quiera Silvio aborrecido
es menor mal, mas no menor enfado.

¿Qué sufrimiento no estará cansado,
si siempre le resuenan al oído,
tras la vana arrogancia de un querido,
el cansado gemir de un desdeñado?

Si de Silvio me cansa el rendimiento,
a Fabio canso con estar rendida:
si de éste busco el agradecimiento,

a mí me busca el otro agradecida:
por activa y pasiva es mi tormento,
pues padezco en querer y ser querida.

Sor Juana Inés de la Cruz

Feliciano me adora y le aborrezco...

Feliciano me adora y le aborrezco;
Lisardo me aborrece y yo le adoro;
por quien no me apetece ingrato, lloro,
y al que me llora tierno, no apetezco:

a quien más me desdora, el alma ofrezco;
a quien me ofrece víctimas, desdoro;
desprecio al que enriquece mi decoro
y al que le hace desprecios enriquezco;

si con mi ofensa al uno reconvengo,
me reconviene el otro a mí ofendido
y al padecer de todos modos vengo;

pues ambos atormentan mi sentido;
aquéste con pedir lo que no tengo
y aquél con no tener lo que le pido.

Sor Juana Inés de la Cruz

Al que ingrato me deja, busco amante...

Al que ingrato me deja, busco amante;
al que amante me sigue, dejo ingrata;
constante adoro a quien mi amor maltrata;
maltrato a quien mi amor busca constante.

Al que trato de amor, hallo diamante,
y soy diamante al que de amor me trata;
triunfante quiero ver al que me mata,
y mato al que me quiere ver triunfante.

Si a éste pago, padece mi deseo;
si ruego a aquél, mi pundonor enojo:
de entrambos modos infeliz me veo.

Pero yo, por mejor partido, escojo
de quien no quiero, ser violento empleo,
que, de quien no me quiere, vil despojo.

Sor Juana Inés de la Cruz.

Esta tarde, mi bien, cuando te hablaba...

Esta tarde, mi bien, cuando te hablaba,
como en tu rostro y en tus acciones vía
que con palabras no te persuadía,
que el corazón me vieses deseaba.

Y Amor, que mis intentos ayudaba,
venció lo que imposible parecía,
pues entre el llanto que el dolor vertía,
el corazón deshecho destilaba.

Baste ya de rigores, mi bien, baste,
no te atormenten más celos tiranos,
ni el vil recelo tu quietud contraste

con sombras necias, con indicios vanos:
pues ya en líquido humor viste y tocaste
mi corazón deshecho entre tus manos.

Sor Juana Inés de la Cruz

martes, mayo 23, 2006

Lo que dejé por ti

Dejé por ti mis bosques, mi perdida
arboleda, mis perros desvelados,
mis capitales años desterrados
hasta casi el invierno de la vida.

Dejé un temblor, dejé una sacudida,
un resplandor de fuegos no apagados,
dejé mi sombra en los desesperados
ojos sangrantes de la despedida.

Dejé palomas tristes junto a un río,
caballos sobre el sol de las arenas,
dejé de oler la mar, dejé de verte.

Dejé por ti todo lo que era mío.
Dame tú, Roma, a cambio de mis penas,
tanto como dejé para tenerte.

Rafael Alberti

A la línea

A ti, contorno de la gracia humana,
recta, curva, bailable geometría,
delirante en la luz, caligrafía
que diluye la niebla más liviana.

A ti, sumisa cuanto más tirana
misteriosa de flor y astronomía
imprescindible al sueño y la poesía
urgente al curso que tu ley dimana.

A ti, bella expresión de lo distinto
complejidad, araña, laberinto
donde se mueve presa la figura.

El infinito azul es tu palacio.
Te canta el punto ardiendo en el espacio.
A ti, andamio y sostén de la pintura.

Rafael Alberti

Ven

Ven, mi amor, en la tarde de Aniene
y siéntate conmigo a ver el viento.
Aunque no estés, mi solo pensamiento
es ver contigo el viento que va y viene.

Tú no te vas, porque mi amor te tiene.
Yo no me iré, pues junto a ti me siento
más vida de mi sangre, más tu aliento,
más luz del corazón que me sostiene.

Tú no te irás, mi amor, aunque lo quieras.
Tú no te irás, mi amor, y si te fueras,
aún yéndote, mi amor, jamás te irías.

Es tuya mi canción, en ella estoy.
Y en ese viento que va y viene voy,
y en ese viento siempre me verías.

Rafael Alberti

Por allí, hondo, una humedad ardiente...

Por allí, hondo, una humedad ardiente;
blando, un calor oscuro el que allí hervía;
sofocado anhelar el que se hundía,
doblándose y muriendo largamente.

Labios en labios que no ataca diente;
Lengua en garganta que se corta, umbría;
Áspero alrededor, fiera porfía
Por morder lo imposible de la fuente.

Fiera porfía, ya que ni a la hembra
Más hembra ni al varón más varón dieron
Otra cumbre que ser sembrado y siembra.

Pues lo demás, ¡oh cuerpos desvelados!,
Son fulgores que al alba se perdieron
En un súbito arder, desesperados.

Rafael Alberti

Te digo adiós, amor

Te digo adiós, amor, y no estoy triste.
Gracias, mi amor, por lo que ya me has dado,
un solo beso lento y prolongado
que se truncó en dolor cuando partiste.

No supiste entender, no comprendiste
que era un amor final, desesperado,
ni intentaste arrancarme de tu lado
cuando con duro corazón me heriste.

Lloré tanto aquel día que no quiero
pensar que el mismo sufrimiento espero
cada vez que en tu vida reaparece

ese amor que al negarlo te ilumina.
Tu luz es él cuando mi luz decrece,
tu solo amor cuando mi amor declina.

Rafael Alberti

Campo de batalla

Nace en las ingles un calor callado,
como un rumor de espuma silencioso.
Su dura mimbre el tulipán precioso
dobla sin agua, vivo y agotado.

Crece en la sangre un desasosegado,
urgente pensamiento belicoso.
La exhausta flor perdida en su reposo
rompe su sueño en la raíz mojado.

Salta la tierra y de su entraña pierde
savia, veneno y alameda verde.
Palpita, cruje, azota, empuja, estalla.

La vida hiende vida en plena vida.
Y aunque la muerte gane la partida,
todo es un campo alegre de batalla.

Rafael Alberti

El que fuere dichoso será amado...

El que fuere dichoso será amado
y yo en amor no quiero ser dichoso,
teniendo mi desvelo generoso
a dicha ser por vos tan desdichado.

Sólo es servir, servir sin ser premiado;
cerca está de grosero el venturoso;
seguir el bien a todos es forzoso,
yo sólo sigo el bien sin ser forzado.

No he menester ventura para amaros;
amo de vos lo que de vos entiendo,
no lo que espero, porque nada espero;

llévame el conoceros a adoraros;
servir más, por servir, sólo pretendo;
de vos no quiero más que lo que os quiero.

Conde de Villamediana

Cuando me trato más, menos me entiendo...

Cuando me trato más, menos me entiendo,
hallo razones que perder conmigo,
lo que procuro más, más contradigo
con porfiar y no ofender sirviendo.

La fe jamás con la esperanza ofendo;
desconfiando más, menos obligo;
el padecer no puede ser castigo,
pues sólo es padecer lo que pretendo.

De un agravio, señora, merecido
siempre será remedio aquel tormento
que cuanto mayor es, más se procura.

Porque para morir agradecido
basta de vos aquel conocimiento
con que nunca eché menos la ventura.

Conde de Villamediana

Determinarse y luego arrepentirse...

Determinarse y luego arrepentirse;
empezar a atrever y acobardarse;
arder el pecho y la palabra helarse;
desengañarse y luego persuadirse.

Comenzar una cosa y advertirse;
querer decir su pena y no aclararse;
en medio del aliento desmayarse,
y entre el amor y el miedo consumirse.

En las resoluciones detenerse;
hallada la ocasión no aprovecharse,
y perdido de cólera encenderse.

Y sin saber por qué, desvanecerse:
efectos son de amor; no hay que espantarse,
que todo del amor puede creerse.

Conde de Villamediana

Al pico de Peñamellera-Desde el Cares(III)

Tus rocas son los clásicos sillares
de un terrible y ciclópedo momento
que confunde, en feroz hacinamiento
truncados fustes, cúpulas y altares.

Tu cumbre erizan flechas y pilares
que horadan el azul del firmamento;
tu melena de nubes peina el viento
y a tus pies amorosos, besa el Cares.

En la noche es tu cresta ola sombría
que el cielo asalta en fiera rebeldía
y son lenguas de roca sus dentellas

que en silencioso idioma a las estrellas
preguntan con su pálida porfía
el secreto que ocultan sus centellas.

Félix Gavito Pedregal

Te hiciste de silencio (III)

Desde entonces te sueño al despertar,
y te busco en la gélida mañana
cuando viene a posarse en mi ventana
tu ausencia y el recuerdo azul del mar.

Ahora sin ti es difícil respirar,
y se hace interminable la semana
sin escuchar tu voz... ya tan lejana,
tan distante de mi alma y de mi hogar.

Y hoy te escribo estas letras silenciosas
para decirte adiós... pero aún así,
como miles pequeñas mariposas

acudirán las lágrimas a mí,
recordándome todas esas cosas
que sonreír me hicieron junto a ti.

Issire(Diana Rodrigo)

domingo, mayo 21, 2006

Tu mirada

Me acaricia el amor de tu mirada,
me besas con tus ojos hasta el fondo;
perforas mucho más que lo más hondo
pues tu mirar de miel es una espada,

que envaina la tristeza en alegría,
que rompe las cadenas, que de pronto
es un sentir pletórico y redondo
y es todo lo que falta todavía.

Buscándome en tus ojos he sentido
la certeza de al fin, haber hallado
el puro manantial, el perseguido,

aquel sueño de amor ilimitado.
Las piedras del camino no han podido
privarme de vivir enamorado.

E.J. Malinowski

¿Título?

Si para recordar lo recordado
debí perder primero lo perdido,
si para conseguir lo conseguido
tuve que soportar lo soportado.

Si para estar ahora enamorado
fué menester haber herido
tengo por bien sufrido lo sufrido
tengo por bien llorado lo llorado.

Porque después de todo he comprendido
que no se goza bien lo gozado
sino después de haberlo padecido.

Porque después de todo he comprobado
que lo que tiene el árbol de florido
vive de lo que tiene sepultado.

Francisco Bermúdez

viernes, mayo 19, 2006

Con el alma desnuda

Sobre el arco de espuma de la cala,
sostenida del cielo una gaviota,
contempla la hermosura de esa gota
que el pecho con dulzura te resbala.

Y lleva agua tu piel por toda gala,
de sal, como un licor de luna rota
que apura, entre frenética y devota,
mi boca que te prueba y que te exhala.

Así, de arena y sal, de carne y boca,
de piernas enlazadas en la espuma,
la piel desnuda al alma, hasta la toca,

haciendo apostasía de la suma.
Y ruge el corazón que desemboca
al vértice de amor que en ti se inhuma.

Diego Jerez

Mirando aquel almendro deshojado

Mirando aquel almendro despojado
de flores, como un viejo sin camisa,
me vino al corazón una sonrisa,
y al labio me acudió un suspiro ahogado.

Mirando aquel almendro deshojado,
dejado de la mano de Artemisa,
sentí de una ilusión la punta incisa,
pasándome con ímpetu el costado.

Así pensé, si el tronco retorcido,
vencido y ceniciento, alberga vida,
si puede florecer un esqueleto,

tal vez, pueda mi espíritu abatido,
dejar que cicatrice al fin la herida,
logrando que te olvide por completo.

Diego Jerez

Cuando amaba

Cuando amaba, en la noche el jazminero
silencioso de algún jardín vecino,
a lomos del levante cristalino,
volaba hasta tus párpados ligero.

Cuando amaba, un susurro pasajero
de azahares besaba en remolino
las ondas de tu acento femenino,
retándome a besarlas yo primero.

Ahora gritan, desnudos de jazmines,
jazmineros marchitos como rocas.
Se han tornado en cigarras los violines...

Y no tiembla mi piel cuando la tocas
buscándome con ansia en los jardines.
Nos sobran ya las manos y las bocas.

Diego Jerez

Tu nombre es el prefijo de la ausencia

Tu nombre es el prefijo de la ausencia,
dos sílabas hermosas y dolientes,
forjadas por los hados inclementes,
que hicieron de tu nombre una advertencia.

Así desde tu cuna la sentencia,
como un rumor de trágicas simientes,
se alzaba a contemplar las diferentes
caricias de mi amor de adolescencia.

La noche se me adentra como un clavo
herrumbroso de amargas soledades,
pensando en como el tiempo te desgrana.

Y yo que en ti empecé sin ti me acabo
perdido en el dolor de mis verdades:
Vivir sin ti es morir cada mañana.

Diego Jerez

El silencio

Si en la noche callase el agua brava
la furia que derrama su oleaje,
o el trueno silenciase su lenguaje
de hierros que las orbitas socava.

Si el eco de la herrumbre de la aldaba
quedase prisionero de su herraje,
¿Qué fuera sino un pálido homenaje
del fúnebre silencio que me grava?

No alcanza el corazón a alzar mi lengua,
profunda y temerosa en tu presencia.
Del hueco de mi voz no brota nada.

Si el ánimo florece, el verbo mengua,
ahogándome en su afónica estridencia.
¡Hablar quisiera, Dios, con la mirada!

Diego Jerez

El paso herido

Las tardes se dilatan en mis ojos
como un tropel de fúnebres albores,
y riegan mis pupilas los sudores
de sal del alma triste y sus despojos.

Y voy juntando penas a manojos,
atento siempre y justo a mis labores,
aprendo a persistir en mis errores,
burlado por la vida y sus antojos.

Así mi paso busca en el camino
la piedra más aguda y descarnada
al pie que es pretendido por la arista .

Y nunca elude heridas mi destino,
que a fuerza de sangrar tengo manchada
la senda siempre en púrpura amatista.

Diego Jerez

Dolor común

Cállate, corazón, son tus pesares
de los que no deben decirse, deja
se pudran en tu seno; si te aqueja
un dolor de tí solo no acíbares

a los demás de sus hogares
con importuno grito. Esa tu queja,
siendo egoista como es, refleja
tu vanidad, no más. Nunca separes

tu dolor del común dolor humano
busca el íntimo aquel en que radica
la hermandad que te liga con tu hermano,

el que agranda la mente y no la achica;
solitario y carnal es siempre vano;
sólo el dolor común nos santifica.

Miguel de Unamuno

Indolencia

A pesar de mí misma te amo; eres tan vano
como hermoso, y me dice, vigilante, el orgullo:
" ¿Para esto elegías? Gusto bajo es el tuyo;
no te vendas a nada, ni a un perfil de romano".

Y me dicta el deseo, tenebroso y pagano,
de abrirte un ancho tajo por donde tu murmullo
vital fuera colado... Sólo muerto mi arrullo
más dulce te envolviera, buscando boca y mano.

¿Salomé revivida? Son más pobres mis gestos.
Ya para cosas trágicas malos tiempos son éstos.
Yo soy la que incompleta vive siempre su vida.

Pues no pierde su línea por una fiesta griega
y al acaso indeciso, ondulante, se pliega
con los ojos lejanos y el alma distraída.

Alfonsina Storni

LXVI

No te quiero sino porque te quiero
y de quererte a no quererte llego
y de esperarte cuando no te espero
pasa mi corazón del frío al fuego.

Te quiero sólo porque a tí te quiero,
te odio sin fin, y odiándote te ruego,
y la medida de mi amor viajero
es no verte y amarte como un ciego.

Tal vez consumirá la luz de enero,
su rayo cruel, mi corazón entero,
robándome la llave del sosiego.

En esta historia sólo yo me muero
y moriré de amor porque te quiero,
porque te quiero, amor, a sangre y fuego.

Pablo Neruda

jueves, mayo 18, 2006

El recuerdo

De aquel poeta joven que se murió de frío
cuando la Primavera preludiaba el Verano
yo conservo el recuerdo que me diera su mano
una tarde paseando por la orilla del río.

Es un jazmín, me acuerdo que lo robara impío
sangrándose las manos en alambre tirano
y me lo dio después con un gesto de hermano
cariñoso y sereno para el cabello mío.

No nos amamos nunca. Él se fue a los países
de donde no se vuelve. Murieron los matices
de la flor que conservo amarilla y rugosa.

¡Pero suelo besar esa flor marchitada
con toda la tristeza que leí en su mirada
el día que iniciara la marcha tenebrosa!...

Alfonsina Storni

Voz de mí

No sé como mirar para encontrarte,
horizonte de amor en que me excito,
distancia sin medida donde habito
para matar las ansias de tocarte.

No sé como gritar para llamarte
en medio de mis siglos de infinito
donde nace el silencio de mi grito
movido por la sangre de buscarte.

Mirar sin que te alcance la mirada
sangrar sin la presencia de una herida,
llamarte sin oírme la llamada;

y atado al corazón que no te olvida,
ser un muerto que tiene por morada
un cuerpo que no vive sin tu vida.

Elias Candino

Mejora mía:

No sé como mirar para encontrarte,
horizonte de amor en que me excito,
distancia sin medida donde habito
para matar las ansias de tocarte.

No sé como gritar para llamarte
en medio de mis siglos de infinito
donde nace el silencio de mi grito
movido por la sangre de buscarte.

Mirar sin que te alcance la mirada
sangrar sin la presencia de una herida,
llamarte sin oírme la llamada;

encontrar la esperanza ya perdida
dentro de la mujer enamorada
de un muerto que no vive sin tu vida.

Arriaz!

Soneto XIII

A Dafne ya los brazos le crecían
y en luengos ramos vueltos se mostraban;
en verdes hojas vi que se tornaban
los cabellos qu'el oro escurecían;

de áspera corteza se cubrían
los tiernos miembros que aun bullendo estaban;
los blancos pies en tierra se hincaban
y en torcidas raíces se volvían.

Aquel que fue la causa de tal daño,
a fuerza de llorar, crecer hacía
este árbol, que con lágrimas regaba.

¡Oh miserable estado, oh mal tamaño,
que con llorarla crezca cada día
la causa y la razón por que lloraba!

Garcilaso de la Vega

Introducción

Nadie escuche mi voz y triste acento,
de suspiros y lágrimas mezclado,
si no es que tenga el pecho lastimado
de dolor semejante al que yo siento.

Que no pretendo ejemplo ni escarmiento
que rescate a los otros de mi estado,
sino mostrar creído y no aliviado
de un firme amor el justo sentimiento.

Juntóse con el cielo a perseguirme
la que tuvo mi vida en opiniones
y de mí mismo a mí como en destierro.

Quisieron persuadirme las razones
hasta que en el propósito más firme
fue disculpa del yerro el mismo hierro.

Conde de Villamediana

Una canción

Una canción redime al condenado,
sin padrinos, sponsors, club de fanes,
para los trenes, desenfada el fado,
matusalenes torna en piterpanes.

Con tres acordes menos uno basta
para plantar un árbol que germine,
luego puede venir, o no, la pasta,
Johnny Cash no contaba con el cine.

Atención a la flecha que deshiere,
que acecha el corazón de quien no quiere
dejarse malquerer talón mediante.

Una canción es otra despedida,
un rayo en la sonata de la vida,
un gallo en la garganta del cantante.

Joaquín Sabina

Puntos suspensivos

Lo peor del amor cuando termina
son las habitaciones ventiladas,
el puré de reproches con sardinas,
las golondrinas muertas en la almohada.

Lo malo del después son los despojos
que embalsaman al humo de los sueños,
los teléfonos que hablan con los ojos,
el sístole sin diástole sin dueño.

Lo más ingrato es encalar la casa,
remendar las virtudes veniales,
condenar a la hoquera los archivos.

Lo peor del amor es cuando pasa,
cuando al punto final de los finales
no le quedan dos puntos suspensivos…

Joaquín Sabina

Indecisión

In quietarse, temer, no resolverse;
hallada la ocasión, no aprovecharse;
retorceder medroso y espantarse
de aquello que desea poseerse.

Al mirar la ilusión desvanecerse,
en febriles deseos abrasarse,
cobrar de nuevo aliento y arriesgarse
y en medio del camino detenerse.

El esfuerzo de ayer, ver hoy desecho,
y gemir contemplando aprisionada
la firme voluntad en lazo estrecho.

Contradicción fatal nunca explicada;
arder el corazón dentro del pecho
y en los labios la voz quedarse helada.

T.Senderos

¿Título?

¿Estoy despierto? Dime. Tú que sabes
como hiere la luz, cómo la vida
se abre bajo la rosa estremecida
de la mano de Dios y con qué llaves,

dime si estoy despierto, si las aves
que ahora pasan son cifra de tu huida,
si aún en mi corazón, isla perdida,
hay un lugar para acercar tus naves.

Ángel mío, tesón de la cadena,
tibia huella de Dios, reciente arena
donde mi cuerpo de hombre se asegura,

dime si estoy soñando cuanto veo,
si es la muerte la espalda del deseo,
si es en ti donde empieza la hermosura.

José García Nieto.

¿Título?

Tengo estos huesos hechos a las penas
y a las cavilaciones estas sienes:
pena que vas, cavilación que vienes
como el mar de la playa a las arenas.

Como el mar de la playa a las arenas,
voy en este naufragio de vaivenes
por una noche oscura de sartenes
redondas, pobres, tristes y morenas.

Nadie me salvará de este naufragio
si no es tu amor, la tabla que procuro,
si no es tu voz, el norte que pretendo.

Eludiendo por eso el mal presagio
de que ni en ti siquiera estoy seguro,
voy entre pena y pena sonriendo.

Miguel Hernández.

¿Título?

Arder en viva llama, helarme luego,
mezclar fúnebre queja y dulce canto,
equivocar la risa con el llanto,
no saber distinguir nieve ni fuego.

Confianza y temor, ansia y sosiego,
aliento del espíritu y quebranto,
efecto natural, fuerza de encanto,
ver que estoy viendo y contemplarme ciego;

la razón libre, preso el albedrío,
querer y no querer a cualquier hora,
poquísimo valor y mucho brío;

contrariedad que el alma sabe e ignora,
es, Marsia soberana, amor mío,
¿Preguntáis quién lo causa? Vos, Señora.

Eugenio Gerardo Lobo.

El poeta dice la verdad

Quiero llorar mi pena y te lo digo
para que tú me quieras y me llores
en un anochecer de ruiseñores,
con un puñal, con besos y contigo.

Quiero matar al único testigo
para el asesinato de mis flores
y convertir mi llante y mis sudores
en eterno montón de duro trigo.

Que no se acabe nunca la madeja
del te quiere me quieres, siempre ardida
con decrépito sol y luna vieja.

Que lo que no me des y no te pida
será para la muerte, que no deja
ni sombra por la carne estremecida.

Federico García Lorca.

miércoles, mayo 17, 2006

Definiendo el amor

Es hielo abrasador, es fuego helado;
es herida que duele y no se siente,
es un soñado bien,un mal presente,
es un breve descanso muy cansado.

Es un descuido que nos da cuidado,
un cobarde con nombre de valiente,
un andar solitario entre la gente,
un amar solamente ser amado.

Es una libertad encarcelada,
que dura hasta el postrero parasismo,
enfermedad que crece si es curada.

Éste es el niño Amor, éste es tu abismo;
mirad cuál amistad tendrá con nada
el que en todo es contrario de sí mismo.

Francisco de Quevedo

A Cristo crucificado

No me mueve, mi Dios, para quererte
el cielo que me tienes prometido;
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.

Tú me mueves, Señor; muéveme el verte
clavado en una cruz y escarnecido;
muéveme ver tu cuerpo tan herido;
muévenme tus afrentas y tu muerte.

Muéveme, en fin, tu amor, y en tal manera,
que aunque no hubiera cielo, yo te amra,
y aunque no hubiera infierno, te temiera.

No tienes que me dar porque te quiera;
pues aunque cuanto espero no esparara,
lo mismo que te quiero te quisiera.

Anónimo

La noche soleada

La noche se deshace en realidad
dejando una preciosa melodía,
que va cayendo al alma día a día
desde la más oscura soledad.

La noche va tejiendo en la ciudad
sucesos que nos hacen compañía,
ocultos en la cruel melancolía,
cercanos a la plena honestidad.

Sucesos de silencio, aire, arena…
desembocan en otra madrugada
con el dolor hiriente de la pena.

Y tras dejar atrás a la alborada,
y abrirse en el espacio nueva escena
queda una hermosa tarde soleada.


Pandora (Issire & Arriaz!)

Vida

Despues de todo, todo ha sido nada,
a pesar de que un día lo fue todo.
Después de nada, o después de todo
supe que todo no era más que nada.

Grito "¡Todo!", y el eco dice "¡Nada!"
Grito "¡Nada!", y el eco dice "¡Todo!"
Ahora sé que la nada lo era todo
y todo era ceniza de la nada.

No queda nada de lo que fue nada.
(Era ilusión lo que creía todo
y, que en definitiva, era la nada).

Qué más da que la nada fuera nada
si más nada será, después de todo,
después de tanto todo para nada.

José Hierro

Soneto al soneto

Para hacer un soneto me someto
al yugo de sus leyes terminantes
y con catorce lazos rutilantes
catorce veces la expresión sujeto.

Ya cincelado su primer cuarteto
engarzo cuatro afines consonantes
en los endecasílabos brillantes
de otra estancia y emboco en un terceto.

Ya entré.¡Avante! Lo grave es la salida.
Una frase lacónica es preciso
que al terceto final vaya prendida.

Salvaré, como pueda, el compromiso.
Verbigracia: el soneto es la bruñida
piedra de toque del decir conciso.

Félix Gávito Pedregal.

14 versos: un soneto

Queda este soneto como introducción:

Un soneto me manda hacer Violante
que en mi vida me he visto en tanto aprieto;
catorce versos dicen que es soneto;
burla burlando van los tres delante.

Yo pensé que no hallara consonante,
y estoy a la mitad de otro cuarteto;
mas si me veo en el primer terceto,
no hay cosa en los cuartetos que me espante.

Por el primer terceto voy entrando,
y parece que entré con pie derecho,
pues fin con este verso le voy dando.

Ya estoy en el segundo, y aun sospecho
que voy los trece versos acabando;
contad si son catorce, y está hecho.


Lope Félix de Vega y Carpio