Cuando amaba, en la noche el jazminero
silencioso de algún jardín vecino,
a lomos del levante cristalino,
volaba hasta tus párpados ligero.
Cuando amaba, un susurro pasajero
de azahares besaba en remolino
las ondas de tu acento femenino,
retándome a besarlas yo primero.
Ahora gritan, desnudos de jazmines,
jazmineros marchitos como rocas.
Se han tornado en cigarras los violines...
Y no tiembla mi piel cuando la tocas
buscándome con ansia en los jardines.
Nos sobran ya las manos y las bocas.
Diego Jerez
viernes, mayo 19, 2006
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario