jueves, junio 29, 2006

La próxima semana

Si no te llamo, amor, si no pudiera
llamarte hoy, mañana u otro día,
si por cualquier motivo todavía
a telefonear no me atreviera...

Si no te llamo no es porque no quiera
hablar contigo ¡eso faltaría!
es que ya sabes que me dolería
si a mi llamada nadie respondiera.

Por eso estoy aquí. Sigo esperando
junto al móvil por si algún día (¿cuándo?)
me llegara tu voz hoy tan lejana.

Pero aunque no me llames, te prometo
que desde un móvil o desde un soneto
te llamaré la próxima semana.

Raimundo Escribano

Sonetos desde un móvil (VII): Domingo

Hoy es domingo ¡viva la alegría
y caiga el desamor en el olvido!
Hoy, del resto del tiempo me despido.
Hoy tengo, para amarte, todo el día.

Desde temprano, amor, te llamaría
por preguntarte cosas sin sentido:
que cómo estás o qué tal has dormido
(y también, si me quieres todavía).

Pero es tarde ya para llamarte,
para quedar contigo, para amarte
con este amor sin hilos que he inventado...

Y si te llamo y nadie me responde
Dónde podré llamarte luego? ¿dónde?
¿Dónde estarás, amor, inencontrado?

Raimundo Escribano

Sonetos desde un móvil (VI): Sábado (buzón de voz)

Para ganarle al tiempo la partida
hay que sembrar palabras en el viento
y luego hay que olvidar, por un momento,
la soledad que envuelve nuestra vida.

En tu Buzón de Voz tiene cabida
la risa, la esperanza, el sufrimiento
y la nostalgia y el desistimiento
para que el alma encuentre una salida.

Hoy no sé qué decirte. Hoy ando escaso
de palabras. Hoy tengo el alma al raso,
desnudo el corazón incandescente...

Hoy, sábado, te quiero en verso y prosa
y en tu buzón de voz dejo una rosa
y un mensaje de amor, viejo y doliente.

Raimundo Escribano

Sonetos desde un móvil (V): Viernes

Ya el viernes casi ha finalizado.
Si un sábado -de gloria- no esperara
no te habría llamado, amor, para
que no se cruce el hoy con el pasado.

Cada hora del viernes la he pagado
con lágrimas -la ausencia cuesta cara-
Un día más o menos. Y no para
el reloj su tica tac acompasado.

¿Estás ahí? ¿me escuchas? ¿o te has ido?
Oigo tu respirar... Me ha parecido
oír un clic, como si un alma rota...

Como si el corazón no respondiera
a mi llamada. O que no quisiera
el corazón hablar de su derrota.

Raimundo Escribano

Sonetos desde un móvil (IV): Jueves

Tu teléfono -hoy desconectado-
era el despertador de mi alegría,
del sueño en que te sueño cada día
del que nunca hasta hoy he despertado.

Cada mañana espero, confiado
el milagro de tu piedad tardía:
que tu amor me despierte -todavía-
de este amor que me tiene adormilado.

Marca bien las seis cifras del deseo
que cuando hablo contigo hasta creo
que tú mueves los hilos de mi suerte.

Y yo seguiré aquí, desesperando
que alguna vez, un día, no sé cuando
suene tu corazón y me despierte.

Raimundo Escribano

Sonetos desde un móvil (III): Miércoles

Miércoles ya. Mediada la semana
he pensado decirte que te quiero
(te quiero más que ayer, mucho más, pero
seguramente menos que mañana).

Activo el móvil y es una campana
de gozos en mi mano. Marco. Espero
mas no escucho tu voz. Me desespero
y lo vuelvo a su funda, con desgana.

Cada vez que llamé (¿cuántas con ésta?)
recibí tu silencio por respuesta.
Tú nunca estás donde mi amor te augura.

No sé qué fuerza extraña, que imprevisto
viento te enmudeció. Y ya no existo.
Tu corazón está sin cobertura.

Raimundo Escribano

Sonetos desde un móvil (II): Martes

Quedamos en que tú me llamarías
o ¿fui yo quien quedó en llamarte luego?
¿Quién de los dos abrió este extraño juego
que nos roba las horas y los días?

"Llámame cuando quieras" -me decías-
y tu voz, devolviéndome el sosiego
despertaba, también, al amor ciego
que acaso sin saberlo, me tenías.

Pero una y mil veces te he llamado:
Al móvil, a tu casa... hasta he pensado
llamarte al corazón directamente...

No sé nada de ti. Llamé y no estabas;
o tal vez era que comunicabas
y no escuchaste mi llamada urgente.

Raimundo Escribano

Sonetos desde un móvil (I): Lunes

Buenos días, amor, aquí me tienes
otro día esperando tu llamada
ya tan lejos de ti, pensando en nada
y con tu amor doliéndome en las sienes.

Nunca sé dónde estás, si vas o vienes
pero llevo tu vida retratada,
cada paso que das, si te detienes...

Hoy es lunes. Aún faltan siete días
para volverte a ver. Ayer decías:
"Mañana nos telefonearemos".

Y aquí me encuentro, desde bien temprano,
el móvil al alcance de la mano
recordándote, echándote de menos.

Raimundo Escribano

La tierra

Me la conozco bien. He recorrido
sus pueblos, sus caminos polvorientos,
me aprendí sus cielos y sus vientos,
y su acento cansado y dolorido.

Me la sé de memoria. La he vivido
y amado hasta la hiel de los alientos;
he visto estremecerse sus cimientos
y de su corazón soy un latido.

Me he bebido La Mancha con los ojos
y he quemado el amor en sus rastrojos
urente el alma, la mirada ardida.

Las viñas, los olivos, los candeales
fueron siempre las mismas claras señales
que guiaron los pasos de mi vida.

Raimundo Escribano

La visita

Perdida la esperanza ya no queda
otro caudal que la melancolía
y pues hay que morirse cualquier día
es urgente amar mientras se pueda.

Hay que guardar la última moneda
para comprar un resto de alegría
si fuera tiempo aún, si todavía
estuviera el amor en almoneda.

Y luego del amor sólo nos cabe
hacernos a la mar; quemar la nave
del corazón, volver al viejo río

y esperar que la muerte nos visite
y en nuestro labio un día deposite
su beso de granito, duro y frío.

Raimundo Escribano

De soledad

La soledad, a veces, no es tan mala.
Hay días en que la necesitamos.
Son esos días en los que notamos
herido el corazón, tocado de ala.

Y ese dulce escozor de que hace gala
que nos ahoga si lo respiramos
es el bálsamo que necesitamos.
La soledad a todos nos iguala.

Amo la soledad y cada día
vive conmigo, me hace compañía
aunque, a veces, se muestra respondona.

La soledad no es siempre un trago amargo.
En ocasiones, hasta se hace cargo
de nuestra soledad. Y nos perdona.

Raimundo Escribano

Detrás del espejo

Regresarás a ti, cansado y viejo
con olvidos y nieblas en la frente.
Te verás a ti mismo nuevamente
con la última luz en el espejo.

Pero estará borroso ya el reflejo
de tu vida de ayer. Seguramente
creerás que no eres tú, que es otra gente
ese en el que te ves raro y perplejo.

Preguntarás quién es ese que miras
confundirás verdades y mentiras
y olvidarás tu nombre. Ni siquiera

te quedará el consuelo de saberte
abocado a los brazos de la muerte
que detrás del espejo nos espera.

Raimundo Escribano

Tríptico de la edad cumplida (II)

Con el tiempo se olvida hasta el olvido.
Todo se olvida con el tiempo. Pasa
su esponja el tiempo y hace tabla rasa
de cuanto frente el tiempo hemos vivido.

Tanto miedo a perder lo ya perdido.
Tanto miedo a soñar por si fracasa
nuestra esperanza; por si el tiempo arrasa
lo que ya el tiempo había fenecido.

Vamos sobreviviendo a duras penas
mientras la luz recorre nuestras venas
pero el tiempo nos gana la partida.

Y todo acaba en él, todo se esfuma
y hasta el amor se pierde entre la bruma
del tiempo que se lleva nuestra vida.

Raimundo Escribano

Simplicidad

Es tan humano este dolor que siento.
Esta raíz sin tallo florecido.
Este recuerdo anclado al pensamiento
y por toda la sangre repetido,

que ya ni me fatiga el vencimiento
ni me sangra el orgullo escarnecido,
mi corazón se acostumbró al tormento
de perder la mitad de su latido.

Ya mi rencor no exige la venganza,
aprendí a perdonar toda esperanza
como un bello pecado original.

Llevo en las manos tantas despedidas,
y en lo que fue el amor tantas heridas,
que me he tornado un hombre elemental.

Jorge Robledo Ortiz