jueves, junio 29, 2006

La visita

Perdida la esperanza ya no queda
otro caudal que la melancolía
y pues hay que morirse cualquier día
es urgente amar mientras se pueda.

Hay que guardar la última moneda
para comprar un resto de alegría
si fuera tiempo aún, si todavía
estuviera el amor en almoneda.

Y luego del amor sólo nos cabe
hacernos a la mar; quemar la nave
del corazón, volver al viejo río

y esperar que la muerte nos visite
y en nuestro labio un día deposite
su beso de granito, duro y frío.

Raimundo Escribano

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